martes, 5 de julio de 2011

CORAL TERRESTRE

Esta obra que el Instituto de Cultura del Chaco rescató de las fosas del culturicidio sufrido en nuestro país en los oscuros días de la dictadura militar, es un canto a la unidad Sudamericana, que años después vio en la UNASUR el comienzo de su realización definitiva.
Con mucho orgullo debemos citar las palabras de Naldo Labrín, autor de la música, junto al grupo Sanampay, que en comunicación desde Neuquén, donde vive en la actualidad, nos decía: “NO DEJEN DE MENCIONAR QUE ES EL ESTRENO NACIONAL DE ESTA OBRA FUNDAMENTAL”. La obra, por esas cosas del cruel destino de las dictaduras latinoamericanas, solo pudo ser interpretada en México. Hoy ha comenzado a desandar el camino hacia su reconocimiento nacional.

Escribía Armando Tejada Gómez en la contratapa del disco:
En el mes de mayo de 1979, fui invitado por el Grupo Argentino-Mexicano Sanampay a viajar a México para escribir el texto de una obra integral en base a los géneros más populares de nuestra América del Sur. Sabía que viajaba hacia una nueva y gran experiencia: la realización, tal vez imposible, de un tema tan vasto, como era la de aprehender en un discurso diverso y totalizador este Cono subcontinental desgarrado por una realidad alucinante, por un destino común dramatizado por el sismo político del siglo, cuyo epicentro en nosotros, hace imposible la mera apelación a sus formas musicales y poéticas, a sus deslumbrantes paisajes, a sus enceguecedores colores locales, a sus potentes idiosincrasias. Al abordar la obra, se nos hizo insoslayable la imposición de formas y contenidos indivisibles. Había que contar y cantar desde nuestros orígenes, hasta la urgente y lacerante realidad de ya mismo, eludiendo por un lado el panfleto y por el otro, la vacuidad. Dirá el oyente, si algo de semejante desafío se ha logrado.
Queda, para nuestra aventura artística personal, el regocijo de lo que fueron aquellos fecundos días, trabajando en equipo, enmendando partituras y textos, polemizando fraternalmente en cada tramo de la obra, encerrados en el fervor colectivo de crear un testimonio vivo y palpitante, que sirva a la honda reflexión sobre nosotros y nuestro destino, que deberá ser común y uno, en el seno de esta América nativa cuya conciencia de liberación acaba de estallar entre nosotros.

Carta de Naldo Labrín por el estreno de la obra el 19 de diciembre de 2010
Estimado Carlos: mi gira por Ecuador se prolongó mas de los esperado, recién hoy me dispongo a mandarle unas líneas respecto al Coral Terrestre. Esta obra nació en México (país en el que me asilé por 8 años) allí pensaba mucho en mi país y en todos los del Cono sur, que en ese momento eran todos gobernados por dictaduras militares. Con Armando pensamos entonces componer una obra que se refiera a estas situaciones territoriales y poco a poco fuimos diseñando lo que se transformó luego en el Coral. Fue estrenada en el país azteca en el Poliforum Siqueiros, teatro hermoso que tiene por dentro todas las paredes con murales del gran pintor y muralista Siqueiros. En una vitrina del hall de entrada estan guardados su mameluco, botines y pinceles con los que trabajó en esos bellísimos murales, y por eso el poliforum lleva su apellido en su honor. Coral Terrestre quiere ser una obra que conmueva al oyente desde lo poético y desde lo musical, mucho nos esmeramos en poder cumplir ese propósito, el tiempo dirá si lo logramos. Pero el hecho que una escuela de música se proponga ponerla en escena es el mejor signo para llenarnos de alegría y buenaventura, pues esta obra nunca se hizo en Argentina por lo tanto tendrán el mérito de estrenarla en nuestro país y seguramente será un buen trabajo, de haber sabido con tiempo hubiese estado allí con ustedes disfrutando ese momento sublime por cierto. El texto habla por si mismo, Armando es uno de nuestros grandes poetas y su lenguaje llega sin rodeos al alma, y la música solo acompaña ese recorrido por Perú, Paraguay, Bolivia, Chile, Brasil, Uruguay y Argentina, tratando siempre de evocar colores de la música de cada país, no pretende ser un remedo de sus ritmos, solo quise que la música acercara el clima de cada lugar. Pienso, en el correr de los años, que ha quedado un buen trabajo, y sobre todo un testimonio artístico que ayude a no olvidar lo que la estupidez humana puede volver a repetir. Que esta obra la interpreten jovenes del Chaco es mas que auspicioso, ello quiere decir que no caerá en el olvido. Quiera Dios que los acompañe la suerte con un manto de merecida comunión artística la noche del debut, mi corazón agradecido y honrado por tal acontecimiento, seguramente Armado les sonreirá desde su lugar actual y gritará como siempre: "...viva la vida carajo...!" denlo por hecho que así será. Abrazos para todos y gracias. Naldo Labrin





HACIA LA ARQUEOLOGÍA DEL CULTURICIDIO

El 26 de enero de 1980, de siesta y con mucho calor, se abría la puerta de la Unidad Penal Nº 7 y veía a mi padre y a mi hermano que estaban esperándome en la avenida Las Heras, con la misma ansiedad que tuvieron durante los 1182 días que estuve detenido. La ciudad de Resistencia había cambiado, no sólo en extensión –era mucho más grande y poblada que cuando la vi por última vez en la noche del 1 de noviembre de 1976 – sino que también me tenía preparada la angustia que provoca la ausencia de amigos y compañeros. Allí comprobé que a esa ausencia también debía sumar la ausencia de sonidos familiares. En las radios no estaban Isella, la negra Sosa, Sui Generis, Alma y Vida, Gieco. Ni que hablar de los Quilapayún o Huerque Mapu. Me refugiaba en casa de unos pocos amigos que se dignaban a recibirme sin temor; yo era un “ex preso”, casi “el hombre que volvió de la muerte”. Recuerdo haber ido a visitar a algún amigo de antaño y que los padres, cuando mi amigo se levantaba para ir a otro lugar de la casa, se me acercaban y me pedían, casi suplicando, que por favor no fuera más. En ese contexto, hasta podría decir que extrañaba la cárcel.
Pasaron unos meses y a partir de una queridísima amiga, Cristina Corea, pude conocer a otros que, o eran locos o realmente no tenían miedo, Rubén López, Hugo Chamorro, el “Banana” Vázquez, Rubén Sosa, Marilyn Granada, Alejandro Ruiz, entre otros, con quienes en agosto decidimos formar el “Grupo Cultural Etcétera”. Había visto que la única forma de recuperar algo de lo perdido, era a través de la cultura. Cristina estaba de novia en aquel entonces con un rosarino pelilargo que cantaba y tenía un grupo de rock: Irreal. El cantante era Juan Carlos Baglietto. Así que con ese contacto decidimos organizar un espectáculo en el Domo del Centenario. No recuerdo a quién le hicimos firmar la nota de pedido, pero nos autorizaron, y el 12 de octubre de 1980 me paré en el escenario del Domo del Centenario a presentar el espectáculo, creo que definí que éramos Quijotes contra los molinos de viento y que veníamos a invitarlos a conocer que había otra propuesta musical además de la música disco. Hubo bastante gente. Recuerdo que también proyectamos un cortometraje hecho por otro rosarino, Mario Piazza y que Marilyn montó una coreografía con uno de los temas del grupo. Obviamente alguien se dio cuenta de lo que estábamos haciendo, porque dos o tres días después fui citado a la Regional 1 de Policía y permanecí “demorado” durante toda una mañana.
No nos doblegó ese incidente y luego vinieron León Gieco, Almendra, Porchetto, Litto Nebbia y los Músicos del Centro, que venían “a borderaux”, ellos también como Quijotes ya que nosotros no les dábamos ninguna garantía. Nuestros sonidistas eran Raúl Díaz y Patricia Semper, que tenían Fonea en Corrientes, ellos dos muchas veces se tuvieron que cruzar el charco sin un mango. Esa era nuestra militancia cultural en aquellos días. Hasta que un día entre medio de esos recitales quisimos apostar un poco más y nos dijimos: “¿Y si hacemos algo en alguna plaza?”. Para elegir, recurrí al recuerdo de un libro que había leído en la cárcel: El Inconsciente Colectivo, de Carl Gustav Jung. Les dije a mis amigos que había un lugar en Resistencia que estaba en el inconsciente de los resistencianos: la Plaza España. Allí había estado la primera cancha del Club Chaco For Ever y además era el lugar donde la Resistencia Peronista, en los años 60 y principios del 70, se concentraba para marchar sorpresivamente los 26 de Julio hasta el lugar donde antiguamente estaba emplazado el busto de Eva Perón, enlazado por los comandos civiles de la libertadora y arrastrado por la calle que llevaba si nombre (hoy Arturo Illia). Así que por marzo del ’81 hicimos el primer Festival de Rock en Plaza España. Nuevamente tomé el micrófono y les conté a las miles de personas que fueron, todos jóvenes, que estábamos de fiesta. Al final, pasamos la gorra y juntamos el dinero para pagar el sonido a Raúl y Patricia. Luego de unos días, otra vez pasé una mañana “demorado” en la Regional 1.
Después se sumaron César Hermosilla Spaak y Blanqui de la Riega, Pin Figueroa y su grupo Roscanroll, Mario Fanucci, Mario Ojeda, Juanjo Córdoba y su Cordobanda, el dúo Sensure, integrado por el hoy Dr. Humberto Bravo y Germán Cancián. Paralelamente, desde otro ángulo, Zitto Segovia, Carlos Andrada, Cayé Gauna, entre otros, arremetían con “Lunario Santo”, con poemas de José Pedroni, en el antiguo cine Biógrafo. Todo esto, cabe aclararlo, antes de la Guerra de Malvinas. Después, cualquiera podía hacerlo…
Desde entonces hasta hoy, mi preocupación fue la recuperación de lo que habíamos perdido. Mientras pedía junto a otros compañeros la Aparición con Vida de nuestros desaparecidos, me embarcaba en hacer conocer lo que fue aquella catarata de música y poesía producida en los años 60 y 70. Cuando leí el “Culturicidio” de Tete Romero, entendí el paralelismo entre ambas tareas: buscar los huesos de nuestros compañeros para darles a sus familiares la posibilidad del duelo, y rescatar del olvido obras maestras de nuestra cultura. Sobre todo porque muchos de nosotros llegamos a la militancia leyendo esa poesía o escuchando esa música.
Tuve la posibilidad junto a Manolo Bordón, de hacer escuchar esa música en los programas que producíamos ya recuperada la democracia. Y, aún en 1985, tuvimos que escuchar en Radio Chaco FM que nos decían que no pongamos “Volver a los 17” cantada por la Negra Sosa, porque tenía un “contenido de extramuros”. O ver la cara de asombro de los directivos de la radio el día que pusimos por primera vez en el aire del Chaco a “Les Luthiers”. Hoy esas anécdotas son casi cómicas.
Cargado con todos esos recuerdos, este último 13 de diciembre decidimos desde el Instituto de Cultura, hacer una muestra de fotos, libros, discos, revistas, de aquella época. Se me ocurrió entonces denominarla: “Arqueología del Culturicidio”. Unos meses antes ya le había dado a Lachy Acevedo, para que explore la música de una obra que había nacido en México, compuesta por dos argentinos: Armando Tejada Gómez y Naldo Labrín. Nunca se había interpretado en nuestro país. El 19 de diciembre, junto a la inauguración de la Casa de las Culturas, se producía el “estreno nacional” de la obra, luego de 30 años de exilio.
El fallecimiento de María Elena Walsh adelantó la preparación y estreno de “Vivir en Vos”, un recorrido por sus canciones “para grandes”, muchas de las cuales eran desconocidas en su totalidad por las nuevas generaciones, a quienes solo les había llegado su inolvidable y entrañable “Manuelita la tortuga”.
La segunda puesta de la Coral Terrestre tuvo la presencia del autor de su música: Naldo Labrín. Se entusiasmó con la idea de la “Arqueología del Culturicidio” y juntos ya hemos iniciado el contacto con los viejos referentes de nuestra música y poesía nacional, para poder lograr en un corto tiempo reunirlos a todos aquí, en el Chaco, para que junto a las nuevas generaciones de poetas y músicos podamos hacer nuestro aquel “Manifiesto del Nuevo Cancionero”, redactado por Armando Tejada Gómez y firmado por Tito Francia, Oscar Matus, Mercedes Sosa, Víctor Gabriel Nieto, Martín Ochoa, David Caballero, Horacio Tusoli, Perla Barta, Chango Leal, Graciela Lucero, Clide Villegas, Emilio Crosetti y Eduardo Aragón, en 1962, y que diera el puntapié inicial a la mayor producción poético musical de nuestros 200 años de historia durante las décadas del 60 y 70.
El manifiesto expresaba en su parte definitoria: "El Nuevo Cancionero es un movimiento literario-musical, dentro del ámbito de la música popular argentina. No nace por o como oposición a ninguna manifestación artística popular, sino como consecuencia del desarrollo estético y cultural del pueblo y es su intención defender y profundizar ese desarrollo.
Intentará asimilar todas las formas modernas de expresión y de creación que ponderen y amplíen la música popular y es su propósito defender la plena libertad de expresión y de creación de los artistas argentinos. Aspira a renovar, en forma y contenido, nuestra música, para adecuarla al ser y el sentir del país de hoy".
"El Nuevo Cancionero no desdeña las expresiones tradicionales o de fuente folklórica de la música popular nativa, por el contrario, se inspira en ellas y crea a partir de su contenido, pero no para hurtar del tesoro del pueblo, sino para devolver a ese patrimonio, el tributo creador de las nuevas generaciones".
¿Qué se propone el Nuevo Cancionero?
El NUEVO CANCIONERO se propone buscar en la riqueza creadora de los autores e intérpretes argentinos, la integración de la música popular en la diversidad de las expresiones regionales del país.
Quiere aplicar la conciencia nacional del pueblo, mediante nuevas y mejores obras que lo expresen. Busca y promueve la participación de la música típica popular y popular nativa en las demás artes populares: el cine, la danza, el teatro, etc., en una misma inquietud creadora que contenga el pueblo, su circunstancia histórica y su paisaje. En este sentido, adhiere a la inquietud del Nuevo Cine, como también a todo intento de renovación que intente testimoniar  y expresar por el arte nuestra apasionante realidad sin concesiones ni deformaciones.
Rechaza a todo regionalismo cerrado y busca expresar al país todo en la amplia gama de sus formas musicales. Se propone depurar de convencionalismos y tabúes tradicionalistas a ultranza, el patrimonio musical tanto de origen folklórico como típico popular.
Alentará la necesidad de crear permanentemente formas y procedimientos interpretativos, así como obras de genuina  identidad con el país de hoy, que enriquezcan la sensibilidad y la cultura de nuestro pueblo.
Desechará, rechazará y denunciará al público, mediante el análisis esclarecido en cada caso, toda producción burda  y subalterna que, con finalidad mercantil, intente encarecer tanto la inteligencia como la moral de nuestro pueblo.
EL NUEVO CANCIONERO acoge en sus principios a todos los artistas identificados con sus anhelos de valorar, profundizar, crear y desarrollar el arte popular y en ese sentido buscará la comunicación, el diálogo y el intercambio con todos los artistas y movimientos similares del resto de América.
Apoyará y estimulará el espíritu crítico en peñas, y organizaciones culturales dedicadas a la difusión de nuestro acervo, para que el culto por lo nuestro deje de ser una mera distracción y se canalice en una comprensión seria y respetuosa de nuestro pasado y nuestro presente, mediante el estudio y el diálogo formativo de nuestras juventudes.
EL NUEVO CANCIONERO luchará por convertir la presente adhesión del pueblo argentino hacia su canto nacional, en un valor cultural inalienable.
Afirma que el arte, como la vida, debe estar en permanente transformación y por eso, busca integrar el cancionero popular al desarrollo creador del pueblo todo para acompañarlo en su destino, expresando sus sueños, sus alegrías, sus luchas y  sus esperanzas.”
Con la instalación, desde la asunción de Néstor Kirchner el 25 de mayo de 2003, de un modelo de país con inclusión, con justicia social, que va recuperando de a poco su memoria, creemos, desde el Instituto de Cultura, que es el momento indicado para que esto se produzca. Tal vez la tarea más sencilla y a la vez más difícil va a ser dejar de ser “la gente” para volver a ser lo que en definitiva nunca dejamos de ser: EL PUEBLO.

Este logo es la contribución de Raúl “Pilín” Rodríguez, un chaqueño que desde Barcelona también siente necesaria la Arqueología del Culturicidio. Pilín, junto a otro chaqueño de Villa Berthet, “Lalo” Quintana, tienen uno de los más importantes estudios de diseño de la ciudad catalana.